26.6.12

Inside Men: el atraco imperfecto y las uñas de Gina


Uñas. Una de las caracterizaciones más conseguidas es la de la macarrita Gina de Inside Men. Me ha recordado a Drea de Matteo haga lo que haga (Los Soprano, Mujeres desesperadas, Sons of Anarchy). Me han llamado la atención porque las he visto en los DIY (háztelos tú mismo) de un montón de revistas. Están de moda. Sin embargo, en Inside Men significan barrionajero, algo kinki.

Inside Men, miniserie de cuatro episodios de la BBC, narra el asalto a un almacén de dinero en efectivo en Bristol. El atraco está avocado al fracaso (sería el mayor robo de dinero en el Reino Unido, 172 millones de dólares) sino fuera por la ayuda desde dentro, de esos Inside Men que también van mostrando su interior como personas. Qué les motiva a robar. Por qué no se conforman con menos dinero. Gina, la de las uñas, es la ambiciosa mujer de Marcus, el reponedor del almacén, endeudado y gafe: todo lo que emprende le sale mal. Necesita a su lado a la exuberante Gina, que le conoce y que desconfía. Ver cómo van comprando una a una las caretas (al estilo Drive) con las que entrar al almacén no tiene precio.

(a partir de aquí la crítica de Inside Men)


(puede contener spoilers)

¿Quién vigila a los vigilantes? Podría ser la principal pregunta. Porque junto a Marcus se embarcan en la estafa Chris, el guardia de seguridad negro, y John, el administrador blandengue. Chris es indeciso, acaba de embarazar a su novia polaca de 17 años (una ladrona compulsiva) y ha tenido mala suerte, empezando por su padres: ella, alcohólica; él, en la cárcel. John es el auténtico cabecilla. Un tipo como el Walter White de Breaking Bad, tímido y débil, que sufre una transformación, convirtiéndose en un criminal. "Mi marido no es un héroe" dice su mujer. Pero cuando cambia bien que le gusta. John miente y va a por todas por la exagerada competitividad que insufla en él su jefe, Gordon. Cada mes elige al mejor gerente, al que regala una botella de whisky; el peor sufre la humillación de celebrar su derrota con una peluca rubia. La secretaria de John, que flirtea con él, le dice: "No me gusta que te pisoteen". Y un colega le echa en cara que ha adoptado a una niña porque "hasta para eso eres débil". ¿Cómo no sublevarse?

El robo es el particular Día de furia que vivía Michael Douglas. La voz en off de John nos cuestiona nuestros límites, hasta dónde somos capaces de llegar. "Puedo hacer cualquier cosa", le llegamos a escuchar cuando ya no hay marcha atrás. John es feliz con lo que tiene (pasa de su secretaria, ama a su mujer, no quiere un puesto directivo), pero no es feliz CON LO QUE ES. Sobre todo, con la imagen que de él tienen los que le rodean. Un tipo capaz de pagar de su bolsillo el dinero que falta al no cuadrar las cuentas.

Su mujer no sabe nada; algo, la novia de Chris; todo, Gina, a la que Marcus llama "vaca loca". Entre las mujeres de todo un poco, pero sobresale esta Gina algo salvaje. Me hubiera gustado verle frente a frente con el misógino Gordon, el jefazo que no sabe nada de todo esto, cuando le comenta a John cómo ve la entrada en el almacén de una nueva administradora: "Estamos en un mundo dominado por los hombres y hemos de aceptar la ocasional guarnición de vagina. Dále una mierda de oficina y un título insignificante. En tres meses estará preñada, incluso su lo tengo que hacer yo mismo".

Inside Men te mantiene atrapado las cuatro horas que dura. Empatizas con cada movimiento, debilidad, de los personajes. Pueden elegir, y eligen la violencia, la codicia, la sinrazón. Uno de los hindúes mafiosos con los que colaboran (imprescindible ayuda) llama a Chris Pussy Galore, aquella villana de Goldfinger, que luego ayudó a James Bond al pasarse al lado contrario. No sabía lo que decía el hindú, pero cuánta razón tenía. Inside Men esconde pequeñas pistas (como la entrevista de trabajo de John que deja pasar, tartamudeando, interpretando a su alicaido personaje) y una gran metáfora. "He pasado años estando asustado", escuchamos decir a John. "He robado este hombre". Genial final, en el que el dinero, para John, siempre fue lo de menos.

1 comentario:

MoJinOoO dijo...

Hace unos meses vi esta miniserie y me encantó. Yo también pensé en Walter al ver la transformación de John... jejeje