9.2.12

Crítica. La mujer de negro, Daniel Radcliffe frío como los fantasmas que ve


Aplausos frente al letrero de la Hammer que encabeza los títulos de crédito de La mujer de negro. Eso crea grandes expectativas entre el público. ¿Las cumplirá? ¿Será La mujer de negro, como se anuncia ahora la mítica compañía, una de esas “películas de miedo que son inteligentes”? Que Daniel Radcliffe sea el protagonista de este cuento gótico con fantasmas parece indigestársele a más de uno. ¿Podrá el sempiterno Harry Potter convencernos de que es un joven abogado y padre, abrumado por la pérdida de su esposa? El inglés James Watkins, especialista en el género –suya es la terrorífica Eden Lake, de 2008, con Michael Fassbender– nos sorprende con una impactante secuencia de apertura que hace bullir nuestra imaginación: unas niñas, sin motivo aparente, se lanzan al vacío desde una ventana. Ayuda, y mucho –uno de los grandes aciertos del filme–, la estética decadente –esa mansión embrujada aislada cuando sube la marea–, oscura –como en blanco y negro– y fría –llueve casi siempre–, mezclada con algunos recursos más propios del cine de terror japonés: esos sustos en frío, algunos jodidamente inesperados. El riesgo de La mujer de negro es su ambiciosa propuesta: atraer a las salas al público afín a Radcliffe pero poco acostumbrado a este tipo de películas. Así es como la historia va perdiendo fuelle, cayendo en lugares comunes y abandonándose en un desenlace previsible (y largo). Todo el peso de la trama recae en el actor, que no logra transmitir la desesperación que se le presupone a alguien superado por las circunstancias. Tampoco convence su actitud impasible ante el imponente fantasma.

[Crítica publicada en el número de febrero de Cinemanía]

1 comentario:

Sergio Reina dijo...

Se veía venir.

Saludos