27.5.11

Crítica. Pequeñas mentiras sin importancia: los amigos de Guillaume


En Francia arrasó, por delante de taquillas como las de Origen. Anoche ví esta comedia de Guillaume Caunet en un preestreno en Madrid. Los jóvenes de la sala se rieron bastante, especialmente, con todo lo relacionado con el sexo (o la falta de él) y las relaciones homosexuales. A mí me divirtió, aunque no olvidemos que Pequeñas mentiras sin importancia esconde un drama (al estilo Los amigos de Peter o Reencuentro) que Caunet no sabe redondear al final de la película (demasiado larga, más de dos horas, sobran los últimos 20 minutos) y con muchos cabos sueltos. Como buena peli francesa que es, no faltan los vaivenes amorosos y la falta de tabúes. Aunque en la mayoría de las ocasiones nos sean conocidos y no se profundice (todos mienten, no lo olvidemos), otros temas que son más actuales sí sorprenden (sin spoilear mucho, la relación amigos con derecho a roce, el atractivo entre dos hombres que no son homosexuales, los ex que se quieren recuperar). Para mí, además de Marion Cotillard (a la que su marido, Caunet, le reserva alguno de los mejores primeros planos de la peli, a lágrima viva), me han encantado dos personajes (y hay donde escoger, estos amigos son un porrón): François Cluzet, el dueño de la casa (el momento bañador es impagable) y el que no confía en el amor (cuántos hay así por el mundo, tan seductor como cabrón). Y una escena (y hay unas cuantas): la del novio músico tocando la guitarra y cantando a la mesa. Precioso. Buenísima la música (desde Janis Joplin, Bowie, Eels, Isley Brothers, Ben Harper...) y placenteras de ver algunas localizaciones de veraneo. Quién estuviera allí.

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