2.1.11

Crítica. Somewhere, la vida vacía de un actor (Stephen Dorf) según Sofía Coppola


(puede contener spoilers) Comer helado en la cama mientras ves Friends en la tele del mítico y chic hotel Chateau Marmont. Jugar bajo el agua de la piscina a tomar un té imaginario. Echar una partida al ping pong, al Guitar Hero, a la Wii. Dormir, tomar el sol, darse un masaje. Ligar sin mover un músculo, viajar a lo grande para patrocinar tu película, conducir tu Ferrari biplaza. La vida de una estrella de Hollywood. Un sueño hecho realidad. Pero toda moneda tiene su cara y su cruz. La del protagonista lo es en sí misma esta elección. Porque tiene una hija, más madura que él (cómo prepara los huevos del desayuno). Porque no sabe qué hacer realmente con su vida. Porque pareciera que quiera recuperar lo que perdió. Porque unos mensajes al móvil insultantes le recuerdan que en el fondo es una marioneta, un pringado. Siempre chequeando que nadie les persiga en coche. Sentirse solo, rodeado de gente. Sentirse vacío, en una palabra. Ver la vida pasar, dejándose llevar, sin ser muchas veces consciente. La película metafórica de Sofía Coppola repateará muchos estómagos, pero qué quieres, es Sofía Coppola. Su cine es muy personal, a mí me gusta. La película arranca con una larga escena en la que vemos a Stephen Dorf dar vueltas sin ton ni son. Pero su coche, a veces, se estropea, como su imperfecta existencia. Ésa es su vida y ésto es Somewhere, casi sin necesidad de diálogos, ni de explicaciones. Y en pleno jolgorio fiestero, Dorff se cae y se rompe un brazo. No lo vemos, todo se intuye. Otra metáfora: su vida se va desquebrajando, aunque él no sea consciente. A pesar de la escayola, el actor, que es el receptor de los aplausos por sus películas, también aplaude. Y lo hace en dos momentos de su vida, tan antagónicos: a su hija mientras patina sobre hielo y a las dos gemelas que le hacen bailes en la barra americana instalada en su habitación (puntazo cuando besa a la gemela equivocada). Ese lugar del que hablaba el Mago de Oz, somewhere over the rainbow, no es este hotel idílico e irreal, donde las modelos se pasean en pelotas, donde hay fiestas cada noche, donde uno puede vivir sin salir de la habitación. Para este actor (que podría haber sido un joven Johnny Depp, o Colin Farrell, o el propio Stephen Dorf) es en su hija adolescente donde ve el camino por el que debe seguir (vemos cómo poco a poco cómo va cambiando sus prioridades). Como si su propia hija fuera su propia conciencia. Pero Sofía Coppola no es explícita en ningún momento. La complicidad entre Stephen Dorff y Elle Fanning es desarmante, sin necesidad de palabras: sus miradas (ese desayuno sin palabras), esas lágrimas de tristeza absoluta (¿dónde está la madre?) y esas risas de felicidad plena (el amigo del actor). El espectador comparte todos esos momentos: ese viaje a Italia para promocionar una película (ver a Valeria Marini ha sido un shock, arriba), que incluye todos los gastos pagados, pero también entrevistas impertinentes, fans desatados y cierta pérdida también en la traducción. De hecho, como en Lost in Translation (tiene muchos puntos en común), el personaje de Stephen Dorf llega a decirle algo a su hija (¿o es a sí mismo?) que no se entiende bien por culpa del ruido de un helicóptero. ¿Es una promesa como hizo Bill Murray con Scarlett Johansson? Me quedo con tres escenas de Somewhere (vereis que hay unas cuantas de esas que se te quedan en la retina). Cuando Stephen Dorff se encuentra en el ascensor (se ve la revista Variety) con Benicio del Toro y no intercambian ni media palabra a pesar de ser actores y conocerse. Cuando le maquillan en silencio, en lo que parece una eternidad asfixiante, con una máscara que le recubre la cara y le hace parecer un anciano. Cuando el masajista se queda en pelotas, dando por hecho que la megaestrella va a entrar en el juego. Dorff es un viva la vida, pero no es un drogata, ni un chungo, ni un vicioso, y este punto tierno (de cierta normalidad entre tanta flipada) que Coppola le confiere al personaje es una de las cosas que más me ha gustado. Pero no es Lost in Translation, ni Marie-Antoinette, claro.

Mi crítica de The Bling Ring.


4 comentarios:

E dijo...

desde luego, LOST IN T y Maria Antonieta son muuuuuuuuuucho peores películas. En esta, Sofia Coppola es menos insufrible.

Mariló García dijo...

E, no creo que sean peores. También es verdad que la vida de una estrella es más atractiva, y ésta, como su vida, se deja ver sin mucho esfuerzo.

Atticus dijo...

Estoy entre verla y no verla, cada vez que leo una crítica cambió de opinión.

Husky dijo...

A mí es la única peli de Sofía Coppola que no me ha gustado. Es un Lost in translation sin encanto.