Critica. Los viajes de Gulliver: Jack Black, un roquero en Liliput (esos Kiss!)

Si Jonathan Swift levantara la cabeza... la movería de lado a lado, al ritmo de los Kiss. Ese es uno de los grandes momentos de Los viajes de Gulliver, una comedia de aventuras, con Jack Black haciendo de Jack Black, secundarios de lujo y algunos chistes de los de siempre. Fuí a verla a uno de esos pases que se llaman familiares, que significa que van niños (y además en 3D). Ésta es una de esas pelis que no sabe qué humor hacer: ¿infantil, juvenil, para los padres? Así que tiene de todo. Excepto en King Kong, Jack Black siempre sale con una guitarra al hombro. Aquí no iba a ser menos. Incluso en esta versión del clásico hay un guiño a King Kong (él lo parece en Liliput, el monstruo, al coger a la chica en su mano). No te puedes creer nada de la propuesta. Que un repartidor del correo de un diario grande sea contratado como redactor para viajar a la otra punta del mundo a modo de prueba y le den un barco sin saber tripularlo es rocambolesco. Así que de aquí para delante todo es puro delirio. Lo mejor de Los viajes de Gulliver son los mini-Kiss, tocando con el actor uno de sus temazos (no son ellos realmente, pero suenan tan bien...); los carteles en los que sale Jack Black duplicado en una especie de Times Square en miniatura (hasta sale en Glee) y el 'malo' de la peli, Chris O'Dowd, el informático de The IT Crowd se sale como pretendiente de la futura reina (Emily Blunt) y enemigo del 'monstruo'. Por cierto, Jason Segel es realmente patético como enamorado pobre de Emily Blunt. La cara de borrego y el buenrollismo de Cómo conocí a vuestra madre ya cansa.