El jueves quedamos con Pedro y Susi (y su hijo Nico) en el restaurante que hay en la parte de abajo del hotel Oscar en la plaza Vázquez de Mella. Tomamos unas cervezas y cayó también un Bombay Shapphire con tónica. Lleva poco tiempo abierto y está puesto en plan modernito (en blanco impoluto y sillas y mesas futuristas). Puedes comer raciones en carta o coger tú mismo minibocadillos fríos en la propia barra. Probamos los de roast beef (buenísimo) y otros de atún y de jamón. Al lado nuestro se sentó el director de cine Álvaro Fernández Armero, el de Todo es mentira, Nada en la nevera y Salir pitando. Es de esos personajes conocidos más por el Hola! (estuvo con la hija de Marisol) que por su trabajo: sus películas molan más por sus títulos que por lo que cuentan. Aprendí dos cosas: que un nene puede estar tranquilo aunque sea tan pequeñajo y que, hablando de curros, en todos cuecen las mismas habas.
Después cenamos en la Taberna Los Cabales de la plaza Santa Ana, en concreto unas bravas, la chisto con pimientos cabrones que picaban y otro Bombay. Aprendí que cuando se trata de bravas las raciones son gigantes siempre. Nos escaqueamos como pudimos de las procesiones, aunque varias calles del centro estaban cortadas y medio Madrid, fuera de casa. Sobrevivimos al primer día de Semana Santa.El viernes fue un día completo. Además del episodio de Perdidos (la serie no vuelve hasta el 24 de abril) vimos una procesión (¡qué remedio!), la excusa perfecta para ir de cañas (eso se oyó allí: esto no es un acto religioso, sino social). Cerca de la Plaza de Oriente quedamos con Ramón, Nines, Alberto y Nacho, y vimos la procesión de los Alarbaderos. El año pasado vimos la del jueves santo, y se hincharon a caracoles, que a mí no me gustan.
Es bastante vistosa porque aparte de los conos también desfila la guardia real (los pantaloncines blancos son muy peligrosos). Aprendí que la gente es capaz de ser un mal cristiano (siginifique eso lo que signifique) con tal de estar en primera fila de una procesión.
Hicimos varias paradas típicas de la zona, como tomarnos el vino dulce con pastas de El anciano rey de los vinos, abierto desde 1909 en Bailén. Luego, con una luna llena que daba miedito, ya de cañas por Opera, como en el Sancho Panza, un bareto donde van otros tíos míos, donde fue una caña tras otras con torreznos (un clásico) y pinchos de tortilla y embutidos (el tapeo está bastante bien). De camino a Latina paramos en El Ñeru, un asturiano de la calle Bordadores, cuya barra es estrecha, pero dan algunos pinchos de puta madre, como el queso cabrales. El restaurante es gigante, con salones en lo que parecen ser cuevas, cuyas paredes están llenas de fotos con famosos y toda la parafernalia barroca de los sitios con muchos años (éste tiene más de 30).
La zona de Cava Baja estaba hasta arriba de gente, así que acabamos en un bar apartado cuya especialidad eran lass roscas, donde cambiamos la cerveza por Riojas. Nos dieron un caldito en minitaza y acabamos hablando de la simbología de la canción Relax de Frankie Goes to Hollywood. Lo normal.
A eso de las 12 quedamos con Yolanda, Ismael y Ángel Luis, que estaban cenando en Sabor a mí, un mexicano en Augusto Figueroa. Mientras terminaban me pedí una margarita, la hacen como granizada, fuerte y salada. Muy buena. Y por variar fuimos a La fábrica de pan, donde cayó el primer y último Bombay (llevábamos desde la seis dándole).Allí, además de estar la pareja de actores (y habitual del garito) Gonzalo de Castro (el Gonzalo de Siete vidas) y Nathalie Poza, me encontré con Jara, ex compi que ahora trabaja en Cahiers Du Cinema, nuestra competencia en kiosko, aunque se dirigen a otro público más cinéfilo y menos gamberro que el de Cinemanía. En el programa de TeleMadrid Toma Nota nos están entrevistando un par de veces al mes a ambos medios, con críticas de películas. Aprendí (más bien recordé) que mezclar no está nada bien (o sí, depende cómo se mire). Sobrevivimos (borrachos) al segundo día de Semana Santa.
Hoy sábado el cuerpo nos pedía japo. Así que vamos a conocer Donzoko, el restaurante nipón que hay en Echegaray. Llueve bastante y está petado de gente. Pedimos para cuatro (con Peik y Lluch) para compartir de todo un poco: tempura, california maki, kappamaki (con pepino), sashimi, sushi variado (atún, salmón, caballa, anguila, etc), yakisoba (tallarines) y cervezas Sapporo y Asahi. El café nos lo tomamos en La Suiza (a mí no me gusta nada), ellos rematando con una selva negra de postre. Hablamos de ir a China antes de las Olimpiadas, aunque comer allí no será lo mismo que cuando fuimos a Japón.
El Donzoko está muy bien, salimos a 40 y pico euros por cabeza, atienden rápido, te explican lo que dudes y es muy bonito por dentro. En la entrada hay un farolillo y una especie de lago oriental donde echar una moneda. Aprendí que hay muchos y muy buenos japos en Madrid y que ya podrían ser más baratos.
2 comentarios:
Hola!!!
Me gustan mucho (también) estos posts donde cuentas dónde comes /cenas y lo que tomáis.
¿Nathalie Poza? Por favor, si vuelves a coincidir con ella, dile que me parece una de las más grandes actrices españolas. Y de las menos valoradas.
NP está todos los viernes o sabados noche en ese garito. siempre que he ido la he visto. una vez hizo yoga conmigo es muy maja.
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