30 dias de oscuridad, una de vampiros en Alaska

Vaya por delante que esta película es de vampiros, ni infectados ni zombies, vampiros de los de toda la vida, blancos venosos, con dientes de tiburón amarillos y uñas largas con las que rajan la cara, sedientos de sangre y más rápidos que el Correcaminos. Estamos en Barrow, un pequeño pueblo de Alaska donde muchos son los que cogen un avión para desaparecer durante un mes, esos 30 días del título en los que no aparecerá el sol y será permanentemente de noche. Y ahí que llegan los vampiros en masa, capitaneados por el actor Danny Huston, a cada cual más grimoso (tienen las caras deformadas y los ojos achinados, muy propio en alguien como el director, David Slade, famoso por dirigir videoclips de Muse (echa un ojo al vídeo de Feeling Good aquí ¿te suenan las caras?) y de Aphax Twin (a Cunningham le ha copiado el grito, miralo aqui). Sólo quieren matar, cargarse a todo el pueblo. El misterio en sí es éste (que no se resuelve): de dónde vienen, por qué arrasan los pueblos, y después a dónde van.

El prota absoluto es Josh Hartnett, que no sé si será porque se ha depilado el entrecejo o porque está enrollado con la cantante Rihanna, pero que está en esta peli como un camión de guapo. A él, el sheriff, le toca bregar con la tropa colmillera, esconder a los pocos del pueblo que se salvan en un desván, y hacer de cebo para poder llegar a un generador que dé luz y así espantarlos (lo único que los aleja es la luz, claro). Junto a él, su mujer Stella (Melissa George, vista en Turistas y Alias), en trámites de divorcio, pero que le toca quedarse también y ayudar (es otra guerrera como él). Hay una niña tipo REC infectada y muchos hachazos en el cuello (la escena de la muerte del amigo del prota, Billy, interpretado por el macizo Manu Bennett, es lo más gore del año ya). El final de la peli, que comparten el chico y la chica de la peli, es lo único demencial.

Por lo demás, los vampiros dan miedo y asco, están muy bien hechos (ojo que produce Sam Reimi). El director no se centra tanto en la dentellada como en el acercamiento a lo National Geographic de los depredadores. La fotografía, aunque suene intelectual decirlo, es la bomba: en la nieve, la sangre. De hecho hay una secuencia rodada desde arriba, como si fuera el campo de batalla de cualquier guerra en la que dan ganas de aplaudir. Un guiño cinéfilo de puta madre: "El que algo haya parado a Bela Lugosi no significa que vaya a parar a esas cosas". Vamos que nuestros vampiros son la leche.

Lo único raro raro es el personaje que interpreta Ben Foster (A dos metros bajo tierra). Es el primero que aparece, llega al pueblo y le meten en el calabozo por jarana en el restaurante. El tío pide carne cruda y la lía. Cuando es interrogado suelta perlas como "va a pasar algo peor", "no hace frío, es la muerte que se acerca", "vendrán, escondeos. Ellos me honrarán"... y cuando aparecen y se encuentran sinceramente no sé qué le pasa a este personaje y no sabemos quién es en realidad. Los vampiros (que hablan en otro idioma, como antiguo): "Nos ha costado siglos que nos tuvieran miedo, vamos a matarlos a todos"; el pueblo: "Conocemos el pueblo y el frío. Vivimos en Alaska porque nadie más puede". El choque será entonces mortífero. Desde ya una de las pelis de culto del año.

30 dias de oscuridad (30 days of night) se estrena el 8 de febrero.