4.2.23

Opinión. Llaman a la puerta: Shyamalan se monta su propia La cabaña en el bosque con ecos a Servant

Opinión de Llaman a la puerta (Knock at the Cabin), de M. Night Shyamalan.

Más inquietante que la peli es el poster, que recuerda a La cabaña en el bosque (The Cabin in the Woods).

El temor al fin del mundo sigue dando mucho juego y más tras haber pasado una pandemia y estar en medio de una guerra que no acaba nunca. Shyamalan es un director que me gusta, pero al que también le exijo que cumpla ciertas expectativas. Su última película Tiempo me defraudó bastante, pues entendía su mirada filosófica pero me sabía lo que iba a pasar, sin apenas sobresaltos. Con Llaman a la puerta me pasa un tanto de lo mismo. Me gusta, me entretiene, entiendo su mirada hacía este mundo de locos, pero sé cómo se va a ir desarrollando, se cómo va a acabar. No es que le pida el famoso giro Shyamalan pero en Llaman a la puerta se sucede la misma escena una y otra vez, con flashbacks que más que añadir información entorpecen la acción principal y con un reparto de actores a los que les falta química. 

Nadie llama a la puerta. Aquí cuatro intrusos irrumpen en una cabaña en la que vive una pareja de gays y su hija china adoptada. La película arranca así, sin miramientos, algo que se agradece. No hace falta que Shyamalan nos explique que estos chicos son buena gente, inteligentes. Solo hay que ver la pedazo estantería con libros que atesoran en medio del bosque y la aparente tranquilidad con la que se toman todo. Los extraños que llegan con buenos modales son una panda de freaks de cagarse. Y empieza el juego, con unas reglas un tanto absurdas y un mensaje religioso con el que no comulgo. Shyamalan quiere que dudes. ¿Estos cuatro dicen la verdad o son una panda de fanáticos? 

Puede recordar vagamente a El bosque, pero a mí me suena todo esto mucho más a Servant, la serie en la que hay una secta y supuestamente poderes sobrenaturales. O a La cabaña en el bosque por la que sabes que se puede montar. Te sirve para hacerte algunas preguntas. ¿Serías capaz de sacrificarte por un ideal, por algo intangible? ¿Crees en algo más grande que puede decidir el destino del ser humano? ¿Se puede cambiar el destino? Shyamalan contó en su momento que uno de sus mayores terrores era que entraran en su casa con su familia dentro. Esa invasión de la intimidad se recrea aquí sin dar tregua, y sin necesidad de mostrar escenas violentas. Se ve algo de sangre pero el director prefiere que te lo imagines. Con otros actores y con una mayor variedad en los momentos sangrientos la peli hubiera ganado mucho. Lo mejor es Ben Aldridge. Me lo creo. Lo peor: Dave Bautista, Jonathan Groff, hasta Rupert Grint. No me los creo ni empatizo con nadie y todo lo que les pase me da absolutamente lo mismo. Por cierto, Shyamalan se reserva su cameo saliendo por la tele vendiendo pollo frito. 

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Con spoilers. 

Resulta que la idea con la que no cuentas como espectador es que aquí no hay buenos ni malos. Todos son buenos en esta historia. La panda de freaks no son asesinos per se, y lo demuestran suicidándose antes que haciendo daño a la familia que eligieron. Una es enfermera, el otro, entrenador, y así. Mueren por un bien mayor que es salvar a la humanidad. Al parecer Dios les ha proporcionado visiones y todos han contactado en un foro donde no sabemos cómo han elegido esta casa con la familia que haya dentro. O crees o no crees. Al final la decisión del espectador es religiosa. O tienes fe o no. Pero a mí me falta comprender los detalles de esta misión imposible. Resulta que la panda de locos lleva razón y son los cuatro jinetes del Apocalipsis y el mundo se va a la mierda si no hay un sacrificio humano. Literal. Como en La cabaña en el bosque cuando se juega a matar a chavales para saciar la sangre de los dioses. Rupert Grint se suicida el primero, se deja matar por los suyos. Y cuando llega la segunda, ocurre lo mismo. Luego resulta que cuando los gays se liberan por fin y con una pistola y todo son incapaces de matar a los dos que quedan, así que estos dos atacan de nuevo. Pero, claro, los extraños no los pueden matar, así que solo queda o la defensa propia (así muere el tercero) o un nuevo suicidio (el ultimo, Dave Bautista). Shyamalan nos regala un minigirito, faltaría más. Jonathan Groff dice que ha tenido una visión, de pronto sí cree, y le pide a Ben Aldridge que le mate. Y el otro lo mata porque de pronto sí que cree que está haciendo algo bueno. No sé, me pierdo en estas decisiones. No creo que sea tan fácil asumir esa responsabilidad si hace dos minutos no creías nada de lo que te decían. De hecho, cuando Aldridge y la niña se van, él rebusca en las cosas para comprobar si era cierto lo que los locos decían (que era enfermera, etc), y para más acojone en el coche de la pandilla suena la misma canción que les gustaba escuchar cuando iban de camino a la cabaña. Esos toques efectistas están muy bien pero me esperaba más tensión y un desarrollo menos convencional. 

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