19.7.19

'La perturbación', ¿casa encantada, ritual maldito o una enorme tontería? Eso sí, sale Holly Taylor ('The Americans')

Opinión sin spoilers de La perturbación (The Unsettling), serie de terror que se puede ver en HBO España y cuyo mayor aliciente (o no) es Holly Taylor, la hija curiosa de los espías con pelucas de The Americans. ¿Es ESTO la peor serie de terror de 2019? Si te caía mal su personaje en The Americans puede tener hasta su puntito.


Me he visto los ocho episodios del tirón. La ventaja es que son de poco más de 20 minutos cada uno; la desventaja, que lo que te cuenta lo hemos visto mil veces en series y películas. ¿Por qué la he seguido viendo? Por Holly Taylor. A medida que pasaba uno, otro episodio, me preguntaba qué había hecho mal esta actriz para protagonizar semejante tontería. ¿Era su personaje atormentado de Paige suficiente para ver si existía el karma y se la devolvían? La perturbación (The Unsettling), cuyo título ya es horroroso y está vacío de significado, es de esas pelis de género con casa encantada (esta vez, en medio del campo) y niño poseído (por los fantasmas de la casa, al estilo Demian de La profecía). En la peli vacilan con su grado de maldad, entre el niño de El sexto sentido y el Macaulay Culkin de El buen hijo, llegan a preguntarse. Parece una comedia, pero NO LO ES. Allí se adaptan varios niños adoptados (tres chicas blancas y un chaval negro) que llegan huyendo de desdichas variadas, como buenos huérfanos que son (esto podría ser una novedad, como los niños de Familia de acogida pero en chungo). La siniestra paradoja es que estos chavales no van a encontrar algo mejor, sino que se dan de bruces con sonidos extraños, puertas que se mueven fantasmas que salen de los espejos… los típicos sustos de películas juveniles de terror.

Holly Taylor es la que peor parte se lleva porque como se medica se le acentúa la sensibilidad (he creído entender). Ella va viendo cosas, convenciendo a sus hermanos, mareando la perdiz, que si en el granero, que si en el ático, que si en el desván… la casa de campo tiene sus recovecos. Junto al aspecto sobrenatural del tema, desde el minuto uno (van a toda mecha y es de agradecer), quieren que desconfíes de los padres, que rezan, que tienen una puerta con un candado, que son… raritos. Así que se juntan los fantasmas que ve Becca con esta pareja demasiado "acogedora". El chaval negro suelta: "Aquí va a haber actividad paranormal que te cagas". Pero lo cierto es que una vez superados los primeros sustos, no se han gastado lo que se dice mucho en efectos especiales y cada vez que salen los fantasmas o lo que sea, va perdiendo interés. He de decir que, aún así, prefiero las aventuras de la chavalada por la casa, que el rollo sectario de la familia, que aburre hasta a las cabras. Podría haberse centrado en la casa, haber profundizado mucho más en la maldición, en lo que allí sucede, más al estilo Roanoke de American Horror Story o Hereditary. Pero se queda en una serie del montón, con unos flahsbacks de la madre de Becca que son de vergüenza ajena, un vecino con la cara tapada (que también remite a American Horror Story, Freak Show) que podría haber dado mucho más de sí y con una abuela en silla de ruedas que se queda en un quiero y no puedo (lástima). Para las niñas, nuevo yogurín a la vista: Alex Lange.

con spoilers del final


Becca tiene visiones cuando toma las pastillas, como le ocurre a Silas, el guaperas rubio que dura un asalto. Lo raro es que la pasti también se la toma su ligue Nadine, pero a ella no le pasa nada. Tampoco tienen alucinaciones la madre ni el vecino colgado, y eso que se hinchan a ellas. Otra cosa que no encaja, por decir alguna más, es el supuesto trauma de Becca. Tanta tensión y resulta que todo su miedo al miedo, nada tiene que ver con los caballos, sino con la madre. Ella se intentó suicidar y Becca llamó a la policía, la encerraron y se suicidó dentro. Según Becca, por su culpa se suicidó. Perdona, si no llegas a llamar a la policía se hubiera muerto desangrada. Absurdo. Al final, hasta la cuidadora de Becca está en el ajo. El de la cara tapada es el único buen vecino entre esa panda de energúmenos, y un poco Jason, que se echa para atrás y también se lo cargan. Es bastante penoso que para su muerte y la del bombero Gutiérrez usen el mismo arma, como si los guionistas ya se hubieran cansado de inventarse escenas macabras. Los chavales logran escapar antes de que los maten gracias al niño maldito, que no tenía nada de raro, simplemente tenía cierta conexión con la casa, a lo Poltergeist pero con el microondas (tal cual). El niño se da cuenta de que su madre no rige y los ayuda a escapar. La madre, que es la gran villana, acaba levitando y ardiendo producto de una chavala a la que se cargaron antes, hermana del grupo que ellos creían que se había escapado (ella u otra, porque por la casa deambula un montón de peña, cuatro niños que fueron quemados en un incendio, pero que tampoco aclaran quiénes son). Para que creas que puede haber antología, en la última secuencia llega una nueva pareja con su hija al casoplón y la niña acaba hipnotizada también por el microondas. No es Agárralo como puedas, pero lo parece.

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