12.4.19

Black Summer: Z Nation se pone seria

(opinión sin spoilers)


Black Summer es la precuela de Z Nation (2014-2018). Si seguís mi blog sabréis que fui megafan de Z Nation porque los zombies corrían y no siempre eran iguales; los protagonistas eran todos unos desfasados que se metían en mil fregados y las tramas, diálogos y situaciones eran, por lo general, delirantes. No era una parodia de The Walking Dead, pero casi. Pasaban de sermones, de diálogos sobre en sentido de la vida e iban a saco, con secuencias de acción y situaciones inimaginables casi siempre. Hubo un tiempo, incluso, que me lo pasaba mejor viendo Z Nation que The Walking Dead (cuando ésta aún podía salvar el culo). En Z Nation llegó a hacer un cameo el mismísimo George R. R. Martin, creador de Juego de tronos. Pero Z Nation empezó a flojear, o yo ya me cansé de la paranoia, no sé, y dejé de verla en la tercera temporada (duró cinco). Así que me sorprendió bastante que Netflix se lanzase con una precuela de Z Nation, aunque visto lo visto con The Walking Dead, tal vez, no sea tan mala idea.

Black Summer se olvida del cachondeo, sin más. Es una precuela de Z Nation, o no, porque a mí me recuerda más a 28 días después y todas estas pelis de infectados. Black Summer se toma el tema muy en serio, con familias desbordadas por la situación, que intentan huir de la catástrofe, pues comienza con la infección de pleno. Los militares intentan ayudar, pero temen cualquier atisbo de mordedura. Black Summer comienza como lo haría cualquier película, como si no hubiese tiempo de desarrollar posteriormente a los personajes, enfocando la cámara en varios de ellos, con historias que en algún momento se entrelazan. El primer episodio logra que el espectador empatice con algunas de las historias que se nos presenta (la familia, la pareja, la mujer sin marido, un chaval…). En el primer episodio seguimos la huída de varios de estos personajes en la misma zona residencial. Cada uno de ellos protagoniza su propio capítulo, pues el episodio se divide así en varias tramas, con su correspondiente título (el nombre del personaje).

El primer episodio es muy bueno, en el sentido de que, aunque no inventa nada nuevo, logra entretener con un tema que está ya muy manido. No hay actores conocidos, excepto la pareja del comienzo, ella es Jaime King, pero no son majaderos como en Z Nation, son personas que podrían existir de verdad, ser tus vecinos, tus amigos, tu propia familia, no son estereotipos divertidos, son seres humanos que se enfrentan a una situación insólita. Al igual que en Z Nation, los humanos infectados, lo hacen al segundo, y al segundo ya están corriendo a toda mecha. En este aspecto, se aparta de The Walking Dead, pues las víctimas se cuentan por docenas, y le da mucha vidilla a las diferentes escenas. Lo que más me ha llamado la atención es que, si bien Z Nation iba dirigida a un público joven y palomitero, Black Summer cuenta con un planteamiento y desarrollo bastante adulto, y, sin embargo, le meten una dosis de violencia que no sé si el espectador medio se va a tragar. En el primer episodio hay una escena dentro de un baño que yo no me podía imaginar que acabase así, la verdad.

No sólo hay violencia con los zombies (si es que lo son, que parecen más bien infectados por un virus), es que hay un punto agresivo muy potente que surge de los propios humanos. Creo que el mayor enemigo en Black Summer no son los infectados, son los supervivientes, que hacen lo posible por salvar su culo. Claro está, también hay buena gente y parece existir una especie de justicia poética entre los que mueren y los que no. No sé si lo han hecho aposta, pero me da la sensación de que en este mundo postapocalíptico se premia a la persona que ayuda, que escucha y que busca a otros para lograr sobrevivir. Es interesante aunque yo personalmente he acabado un poco harta del género zombie-infectado-fin del mundo. Black Summer está en Netflix.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Z Nation no flojeó nunca, creo que te cansaste tú de la paranoia como bien pones. Gran serie de Z y con muy buen final. Me quedé con ganas de màs