La franquicia Jack Ryan ha contado hasta con cuatro actores diferentes, pero nunca en televisión. Amazon decide reiniciar de nuevo la creación ochentera de Tom Clancy, lo que provoca, de primeras, intriga. Primero, porque es una precuela actualizada, con 10 episodios en los que se nos muestra cómo es una guerra en la actualidad, moderna, qué haría la CIA si se las tuviera que ver con un terrorista inusual. También por la elección de John Krasinski, actor con cara de guasa en The Office, e inesperado director aclamado gracias a Un lugar tranquilo. En ocasiones, parece que fuera a saltar por una esquina su jefe en la serie, Michael Scott, pues este Jack Ryan no comprende tampoco las decisiones que toman sus jefes, superiores en cuanto a rango, pero no en cuanto, según él, sapiencia/sentido común. Este estatus de “porque yo lo valgo” se acentúa por la altura del actor. Jack Ryan mira desde las alturas, física y emocionalmente.
En el primer episodio, Ryan descubre a un sospechoso llamado Suleiman gracias a un rastro de dinero dejado por el criminal. Como todos los Jack Ryan de la historia, éste también es un analista aparentemente fuera de juego si le dan trabajo de campo con pistolas y demás. Pero, claro está, Jack Ryan no se opone porque le va la marcha y porque, sobre todo, fue un soldado en el pasado. Es decir, con apariencia de tipo del montón (más Rubicon que Bourne) que hace remo solitario, llega en bici a la CIA y no se entera de cómo su compañera le tira ficha (es que Ryan está muy cachas, eso también), Jack Ryan es de esos tipos solitarios que se aburre en el despacho porque sabe que puede dar más de sí y sus peripecias más que arruinarle la existencia le dan en realidad un motivo para vivir.
Menos mal que en la serie de Amazon hay más personajes en segundo plano, de esos con los que puedes engancharte si el protagonista te exaspera en algún momento. Wendell Pierce (The Wire) como jefe de Ryan es impagable porque no le soporta, pero le tiene en cuenta, pero le echa la bronca, pero le contrata para salir del despacho, pero… Es genial que James Greer, su personaje, esté malhumorado, pero al mismo tiempo con ganas de venganza, qué le pasará en realidad a este buen hombre. Asoma Timothy Hutton, más jefazo aún pues contrata a Greer, pero no aporta mucho a la serie como actor en el primer episodio.
En el tema político, como en todas las historias con EE UU de salvador del mundo y, al mismo tiempo, promotor de guerras ilógicas, pensamos en Homeland por inercia y hay momentos en los que Jack Ryan parece el Jack Bauer de 24, especialmente al final del primer episodio donde se erige como un héroe circunstancial, que no corre como Tom Cruise en Misión imposible, pero también augura muchas de esas secuencias de acción interminables, con explosivos, disparos y víctimas por doquier.
Amazon no va a descubrir Jack Ryan, ni creo que Krasinski sea el Ryan adecuado, pero habrá espectadores a los que les mole ver al actor reproduciendo su personaje de The Office: su jefe es tonto y él lo haría mejor. Todo. Habrá segunda temporada, así que John Krasinski se suma por derecho propio a los otros Jack Ryan de película: Alec Baldwin, Harrison Ford, Ben Affleck y Chris Pine. Peor que éste, eso seguro que no es.
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