26.7.18

Chicas buenas (Good Girls): Christina Hendricks, ladrona feminista

(opinión de Chicas buenas)

Mujeres desesperadas se cruza con Ozark. Madres de familia, con problemas en casa muy gordos,  deciden atracar un supermercado. Christina Hendricks, Retta y Mae Whitman no son esbeltas, ni altas, ni toman ponche en el jardín o poseen casoplones con maridos perfectos como las de Wisteria Lane. Son imperfectas y es uno de los detalles de esta comedia ligera que más engancha. Pero al igual que en Mujeres desesperadas salen de su zona de confort para liarla parda.


Al igual que la protagonista de Weeds se metía en el negocio de la maría para sobrellevar la inesperada muerte de su marido, aquí no hace falta su desaparición para que las tías se pongan las pilas y aspiren a algo más. Ellas recordarán más a una serie como Ozark, ya que lo suyo es lavar dinero para un traficante de aspecto latino.

Los cinco primeros episodios parecen pensados como si la serie se fuera a cancelar a la primera. Así que la temporada va ganando a medida que avanza. El malo parece de broma (no se le puede tener miedo y eso que lo intenta), y los secundarios, en general, unos pardillos, basura blanca. Ellas se van salvando de sus pequeños errores gracias a cierta valentía producto de la necesidad de supervivencia, pues sus hijos dependen de ellas. Y más en concreto, de su dinero. A medida que avanza la trama, la serie va empoderando más a estas mujeres, amas de casa que logran la independencia económica gracias a estos malabares con la justicia.

La que más me gusta de las tres es Annie (Mae Whitman). Se la ve en su salsa, con una hija que no quiere ser niña, y un ex marido (Zach Gilford, visto en El secreto de Adam) que se lo está poniendo difícil con el divorcio, pero con el que parece tener muchas más afinidad de lo que sus broncas muestran. Su hermana es Beth (Christina Hendricks), la líder del grupo, harta de la infidelidad de su marido (Matthew Lillard), con lo cual empatizamos a tope. Pero el marido también intentará arreglar las cosas, aunque no queremos ver a Beth sumisa nunca más, tragando. Así que mejor, agua. Ruby (Retta) es su mejor amiga, con marido policía para darle salseo al asunto, y la que tiene sobre sus hombros la peor mochila, pues su hija necesita caros cuidados médicos.

Evidentemente, la serie tiene ciertos ganchos que logran que veas un episodio tras otro, ideal en plan maratón. Ver a Christina Hendricks (Mad Men) en vaqueros, o enfrentándose al chulo con su mirada miope. O esa Retta, a la que recuerdo siempre vacilona en Parks and Recreation, aquí en un papel más dramático y en ocasiones un tanto vergonzoso (el episodio 7 contiene una larga anécdota que involucra su brazo y salsa de tomate que ni en Pesadilla en la cocina). Pero, al final, lo que más me interesa es ver cómo esos secundarios satélites se van enterando poco a poco de los trapicheos de estas mujeres y cómo van reaccionando ante ello.

El ser humano es una alimaña hipócrita que, ante el dinero, cambia rápidamente de convicciones y de prioridades. En Good Girls, estas chicas que eran buena gente se van denigrando cada vez más, y van a arrastrando con ellas a sus seres queridos, y a otras vecinas que también quieren ganar un dinerillo extra. Pero, paradójicamente, nunca pierden cierto rasgo de bondad y, por supuesto, siempre andan a vueltas con el remordimiento y la culpabilidad. La mayoría de las situaciones crean cierto suspense, pues siempre parece que las vayan a pillar, especialmente, cuando entra en juego un agente del FBI. Lo dicho, comedia ligerita, que entretiene y que no aspira a convertirse en la gran comedia del año.

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