27.11.17

Crítica. El sacrificio de un ciervo sagrado: terror psicológico del bueno

Crítica de El sacrificio de un ciervo sagrado, dirigida por Yorgos Lanthimos, con Colin Farrell y Nicole Kidman.


No pilla por sorpresa el tono perturbador de El sacrificio de un ciervo sagrado si uno recuerda que Yorgos Lanthimos ha dirigido cosas tan rarunas (pero igual de edificantes) como Canino o Langosta. En su línea de seguir con las metáforas animales, en El sacrificio de un ciervo sagrado reúne a su actor de Langosta, Colin Farrell, como (de nuevo) un personaje tranquilo, al que, parece, que nada puede alterar por mucho que le estén dando constantes toques de atención en el hombro. Junto a Colin Farrell, interpretando a su no menos indolente esposa, Nicole Kidman, que vuelve a reunirse con el actor tras La seducción, de Sofia Coppola.

Este thriller psicológico da su primer aviso con una operación a corazón abierto, ya que Farrell es un brillante cirujano al que, insisto, le corre horchata por las venas. Su mujer y sus dos hijos son excepcionalmente perfectos, hablan sin tacos, sin despegar las manos del cuerpo, prácticamente sin pestañear, con una posición ante la vida que huye del enfrentamiento.

En ese ecosistema cerrado, entra un personaje enigmático con el único propósito de desafiarles, o más claramente, de joderles la vida. Este individuo es un chaval (Barry Keoghan, que parece la versión joven del también inquietante Joel Edgerton) al que no entendemos y, lo que es peor, con el que no sabríamos qué hacer si viviéramos una situación similar.

Todos los premios para esta cabrón.
Como el espectador, el matrimonio no cree en las amenazas de este chico, que pretende con sus insistentes peticiones crear para sí mismo esa familia perfecta que ve en el cirujano (su madre, atención, es Alicia Silverstone) (El chantaje podría, metafóricamente, verse como una crítica al sistema médico). El terror no llega porque asistamos a hechos aparentemente sobrenaturales o que carecen de explicación lógica, el delirio acontece cuando los personajes deben tomar una decisión.

Hasta llegar a ese momento, tu cara de desconcierto será evidente, la tensión permanecerá ahí, con algunas escenas perturbadoras más propias del cine de terror que del thriller psicológico. El final es lo que, creo, puede dividir a la audiencia, pero, en cualquier caso, no te parecerá tan insólito una vez digerida toda la trama anterior. El atractivo reside en lo bien rodada estéticamente que está la peli (que, en efecto, puede recordar a Kubrick pero también a Funny Games) y en la originalidad de la propuesta, algo que ya de por sí valoro enormemente. No hay explicación posible a lo desconocido y para esta familia, ojo, retorcida a su manera (esa Nicole Kidman  en pelotas sobre la cama, ejem), todo dependerá de ese sacrificio al que elude el título desde el comienzo (guiño a la tragedia griega cuando Agamenon mató a un ciervo de Artemisa y ésta sacrificó a su hija Ifigenia).

[El sacrificio de un ciervo sagrado se estrena en España el 1 de diciembre]

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