Mark Wahlberg se ha especializado en personajes que son personas normales enfrentadas a hechos extraordinarios. Con Peter Berg ha formado un tándem de pelis de acción basadas en hechos reales (ya van tres) que ofrece siempre las mismas claves. Tenemos el caso de Día de patriotas (Patriots Day, 2017) y Marea negra (Deepwater Horizon, 2016), en las que Wahlberg es uno más en la cadena, convirtiéndose, tras la catástrofe, en personaje principal de la trama (en El único superviviente –Lone Survivor–, de 2013, Berg ya tocaba el tema del terrorismo). En Marea negra, el accidente en una plataforma petrolera en 2010 no es un acto terrorista como en Día de patriotas, pero sí es fruto de una negligencia con tal de ahorrar dinero, de algo que nos resulta increíble que pueda pasar. En ambos casos, reales, sabemos que algo irreversible va a ocurrir, la tensión se masca continuamente, con Walhberg como el único tipo con sentido común y pelotas para ayudar al resto. A pesar de saber que la montaña rusa irá subiendo y bajará dando bandazos hasta llegar a la meta con el protagonista sano y salvo, Peter Berg consigue siempre que te enganches, que, a pesar del rollo patriótico de los yanquies, empatices con estas personas que pueden ser tus amigos, con ese Mark Walhberg, padre de familia, que tiene siempre una señora esposa buenorra que está pendiente de él porque lo ama. Los secundarios de lujo son otro punto fuerte en cualquier peli de acción de Berg, arropan al protagonista que desaparece cuando ellos toman el relevo de sus respectivos dramas individuales. También en ambos casos, se te pone un nudo en el estómago cuando, al final de la película, conoces a los protagonistas reales, y se hace un balance-homenaje de los muertos. Peter Berg y Mark Wahlberg vienen a decir que esto nos puede pasar a cualquiera, que sólo el amor nos hace grandes y libres, y que siempre habrá un héroe anónimo que se juegue el pescuezo sin pensarlo.
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