10.6.18

Pose (FX), nueva serie de Ryan Murphy

(subida originalmente 16.03.17; actualizada con mi opinión sobre la serie)

Ryan Murphy es a FX lo que Shonda Rhimes a ABC. El creador de American Crime Story, Feud y American Horror Story se embarca en un nuevo proyecto: Pose.

Aquí comentaré de qué va y mi opinión sin spoilers del primer episodio. Se puede ver en HBO España.


Opinión de Pose
Pose es la The Get Down de Ryan Murphy. La Glow del baile. La música como mecanismo liberador en la Nueva York del SIDA y los prejuicios raciales y de género. Los protagonistas son lumpen, escoria. Para afrontar la soledad (sus padres los rechazan por ser homosexuales y trans), se unen en "casas" y compiten en locales para ver quién ejecuta "la pose" más divina. El postureo de los gays nació así, haciendo el "vogue" de Madonna: Strike a Pose.

Con toda la teatralidad del mundo, lo excesivo, Ryan Murphy huye de nuevo del drama, para ensalzar a estos jóvenes ninguneados, pero creativos, capaces de demostrar que ante la muerte, carpe diem. Varios son los protagonistas con los que se quiere mostrar el abanico de posibilidades más excéntricas. La divaza, la Madre, a lo Grace Jones, ganadora siempre de los torneos, Elektra Abundance. Su némesis, Candy Abundance, una trans a la que acaban de diagnosticar con VIH cuando se tenían todas las papeletas para no salir del agujero y que quiere marcar la diferencia antes de que sea tarde. Angel, un trans que se prostituye con la intención de eliminar su pene. Pray Tell, el MC, amigo de Candy, enamorado de esta tendencia y organizador de los llamados balls. Un joven bailarín gay, Damon, rechazado por su familia y que vagabundea hasta que es rescatado por Candy.

Antes esta celebración de la fantasía ilimitada y la libertad sin tabúes representada por negros e hispanos, los villanos de la historia, o, al menos, los más rancios y grises del espectro social, son los blancos heteros, en plena efervescencia del dinero fácil, con Wall Street en manos de Donald Trump. Ryan Murphy, que ya analizó las consecuencias inmediatas a la victoria de Trump en la última American Horror Story, escarba aquí en sus orígenes. Evan Peters, su actor talismán, es un joven yuppie recién contratado, casado y con hijos, que lleva una doble vida: es un gay que no ha salido del armario ni pretende hacerlo aunque coquetee con Angel. Su jefe, cocainómano y pedante, American Psycho style, es nada menos que James Van Der Beek (Dawson crece), con un pelo tupé espeluznante.

Como amante de la cultura negra, del hip hop, el pose y todo el baile competitivo, lo que más me choca de la serie de FX es la radical división entre blancos y otras minorías. No hay blancos que hagan pose por muy white trash que los hubiera, ni negros racistas/sexistas. En esto, como en casi todo lo que hace Ryan Murphy, nos tenemos que ir a los extremos para disfrutar más de la venganza de los oprimidos. Mientras los acólitos de Trump presumen de su éxito y de su dinero, de su Patek Philippe y de la langosta con cócteles de cena, los que aspiran al sueño americano lo hacen de sus ganas de comerse el mundo, como un auténtico desafío, compitiendo por el poder de una forma imaginaria. Que la nueva casa de Candy se haga llamar Evangelista por la top model (blanca) Linda Evangelista me sorprende, no me cuadra. Tampoco que Damon pudiera ir a clases de baile si no tenía un pavo y sus padres no lo sabían. Menudeces ante lo más importante: cómo con la creatividad y el apoyo de los que son diferentes como tú somos capaces de romper barreras y crear nuevas conciencias.

El homenaje a Fama es evidente ("tiene talento y dolor para ser artista"), así como a la escena más emblemática de Flashdance. Hubo una época, cuando se emitía Fama en los 80, la música dance se puso de moda y alucinábamos con eso llamado breakdance, que en las clases de gimnasia se pedían coreografías de este estilo. Yo que he odiado toda mi vida el plinton y el potro y todos esos absurdos instrumentos de tortura de la EGB, me salía de madre cuando bailaba estas coreografías ejecutadas de forma individual ante compañeros y profesores. Subíamos el volumen de la música y nos resbalábamos por el suelo de parqué, imitando a Leroy o a la mismísima Jennifer Beals.

Que Damon no sea un profesional, que lo intente, que exprese su frustración a través de la música al ritmo del I Wanna Dance With Somebody de Whitney Houston, es un canto a la pérdida de la inocencia, a la búsqueda de alguien que crees que no existe, de alguien como tú. Por cierto, este tema de Whitney Houston también aparece como parte de una ensoñación del futuro del gay protagonista de Con amor, Simon. Todos necesitamos a alguien para bailar o hacer pose y en eso, en mostrar la debilidad humana adornada de clichés que la engrandecen, Ryan Murphy sigue siendo el mejor.



Imagen de Paris is Burning, filme de 1990 que trató el tema del ball culture.

Sinopsis
Ambientada en 1986. Pose examina cómo se entrecruzan segmentos de la vida y de la sociedad en Nueva York: la aparición del universo de lujo de la era Trump, la escena social y literaria del downtown y el mundo de ball culture (subcultura LGBT con competiciones donde se ganan trofeos).
 
Pose no será, sin embargo, una antología.

Ryan Murphy se encuentra en estos momentos en varias etapas de producción: en la tercera y segunda entrega de American Crime Story, Katrina y Versace. Con la séptima temporada de American Horror Story. Y con la segunda entrega de Feud, con la relación entre el príncipe Carlos y la princesa Diana. 

La producción de Pose comienza en octubre y se estrenará en junio de 2018.

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