16.9.15

Opinión. Narcos (Netflix): el biopic de Pablo Escobar, plomo o plata

Mientras Show me a Hero (HBO), de David Simon, nos habla del alcalde demócrata que intentó integrar a un grupo de vecinos negros en un barrio de blancos de Yonkers; Narcos (Netflix), analiza quién fue el mayor narcotraficante de Colombia y del mundo, Pablo Escobar. En apariencia son dos biopics que no tienen nada que ver. Pero ambos hablan del ascenso y caida del protagonista, de sus falsas aspiraciones políticas y de un final trágico como le debe el karma a cualquier héroe que se precie. La diferencia radica en que, mientras el primero fue un tipo demasiado honesto y con mala suerte, cuya ambición se convertiría en obsesión y frustración; el segundo, Escobar, logra su propósito sin apenas darse cuenta, se enriquece vilmente, teniendo siempre la suerte de cara y haciendo frente a lo que surgiera con bastante picardía (que supone lo contrario a la honestidad). Llevo tres episodios de Narcos y me siento atrapada por la historia. Veo a Escobar como el Tony Soprano de la mafia colombiana. No sientes odio por él, ni ascazo, que sería lo normal. Narcos consigue que casi te enamores del personaje, de ese tipo regordete y sonriente, que se creía Robin Hood, tan familiar como implacable, que dejaba en manos de su séquito los asesinatos de aquellos que le pudieran hacer sombra. No pensé que Narcos me interesase. Conozco la historia de Escobar, no sabía qué me podía aportar. Sin embargo, es un acierto, el primero, que una voz en off nos vaya relatando cómo Escobar se hizo a sí mismo, la voz del policía de la DEA que no descansó hasta atraparlo. Porque más que la historia de un criminal parece el relato de un cuento, es tan inverosímil como ese realismo mágico tan arraigado en el país. Detrás de la narración se oculta, además, una acusación a los propios creadores del monstruo: EE UU. En segundo lugar, los personajes hablan en español y se agradece (LOL) que haya subtítulos en inglés porque no hay quien los entienda. También que entremezclada con la ficción aparezcan de vez en cuando las fotografías o imágenes reales de los protagonistas. ¿Y cuántas veces se menciona la revista Forbes? En el piloto van tan a saco que me pregunto cómo habrán podido grabar una temporada entera. Pero Escobar era mucho Escobar y todos los narcos de otras familias más salvajes que él, también. Habrá mucha tela que cortar. "Plomo o plata", decía. O te dejabas untar o al hoyo. Me chifla (e inquieta) ese momento en el que asegura: "No soy rico, soy un pobre con dinero". He leído que Narcos flojea, pues yo seguiré viéndola y ya os contaré. Es increíble pensar que Pablo Escobar siga siendo venerado como un santo, que se le compare con el icónico Che Guevara.

El argentino Alberto Ammann aparece a partir del episodio 1x7, haciendo de Pacho Herrera, fue el último de los líderes del cartel de Cali en ser capturado. En la serie se enfrenta a Escobar.

Episodio 1x6 y el atentado de Avianca.

Para saber más de Pablo Escobar aquí. La foto de su muerte es espeluznante.

Mi entrevista a Wagner Moura.

Claves de la segunda temporada de Narcos.

3 comentarios:

Dani Sánchez dijo...

Me gustó, flojea en algunos capítulos pero no llega hacerse muy pesada, lo mejor quien interpreta al cartel de Cali, espero no tenga 3 temporadas no daría para más, ya sabemos todos como acaba el patrón

Anónimo dijo...

Grandísima serie, me gustó la verdad lástima unos detalles que siendo una gran producción de Netflix no los cuidaran mas:
- El protagonista, muy buen actor y hace lo que puede, pero es que es brasileño, como narices va a hablar bien en español ¿¿??, en ciertos momentos chirría su acento, creo que se pudo escoger entre tantísimos actores que al menos hablaran español de cuna.
- Otros personajes como Gacha, que es muy conocido pero no es capaz de decir dos frases seguidas en español y que resulte creíble.
Por lo demás la serie engancha desde el principio y evidentemente hay que verla así, en VO.
Saludos

Fer

Sosaku Runner dijo...

Me enganchó desde el primer momento. Tras verla me aventuré con la serie sudamericana "el patrón del mal" y comencé a leer "Escobar, mi padre". Llegué a sentir síndrome de Estocolmo con Escobar.