Veo
Benched sin mucha ilusión.
Eliza Coupe no era la que más me gustaba de
Happy Endings (aunque me reía mucho cuando la emparejaban con Damon Wayans), serie de comedia que me encantaba y que cancelaron. Pero peor llevo ver a
Jay Harrington (Better Off Ted), que es como el Josh Duhamel de las series. Ni me hace gracia, ni me gusta como actor. Se ha encasillado en el listillo media sonrisa. Eliza Coupe podría ser la nueva Ally McBeal, para los pobres. Se curra su personaje: una abogada al borde de un ataque de nervios. En la primera secuencia del piloto de Benched se entera de que su prometido se ha casado finalmente con otra y, además, como no es nombrada socia del bufete, se le pira la pinza. La idea es que la protagonista rompa con todo (bien), y acabe defendiendo a los más desvalidos, a los presos de
Orange is the New Black, por poner un ejemplo. La sucesión de gags se suceden en el tribunal y se hace, aunque sea en tono cómico, una denuncia de la (in)justicia, ya que entre estos criminales los hay con delitos insignificantes, como robar pañales. Esta abogada, está claro, va a arramplar con todo, intentando cambiar las cosas. ¿Hace gracia? No mucha. Tiene sus momentos de coñas slapstick, pero poco más. E insisto, le pone toda la carne en el asador, aunque no es suficiente, por lo menos para mí. Benched es de USA Network, el canal que emite
Suits, así que las comparaciones son inevitables, parece que hayan tirado por el camino fácil. ¿Nos funciona los abogados elitistas? Hagamos una serie defendiendo las injusticias de los que más lo necesitan. Aunque me quedo con Suits sin pensarlo. Benched habla de la situación de las mujeres, lógico y no sólo porque la prota sea una abogada, también porque ha sido creada por
Michaela Watkins, habitual del
Saturday Night Live y actriz de
Trophy Wife. Me faltan secundarios potentes (aunque
Maria Bamford mola mucho) y casos reales con los que poder entender (y criticar) el sistema judicial.
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