8.5.14

Mad Men 7x4: el Monolito IBM

A la derecha, su futuro (CocaCola, no alcohol), a la izquierda, su pasado, number one.

(Mad Men 7x4 The Monolith review/opinion)

Ya vimos en el episodio 7x3 que Don está siendo ninguneado en la agencia. En Mad Men las cosas van lentas, pero seguras. Matthew Weiner se recrea en la escena, en las miradas, los diálogos están muy medidos. Como siempre, hay que leer entre líneas. La oficina está en reconstrucción, como el estatus de Don. En el episodio 7x4, The Monolith, no salimos de la agencia, y eso me gusta. El problema, esta vez, no son los líos de faldas ni Megan. Don se enfrenta a una situación que deseaba ver desde hacía mucho tiempo: cómo Peggy se convierte en su jefa en la presentación de una campaña. El amo de la publicidad se siente más amenazado que nunca, se siente basura. No sólo Sterling le echa la bronca por llegar tarde como si fuera un niño pequeño, un enorme ordenador hace acto de presencia (para "reemplazar humanos").

La muerte, el fin de algo tal y como lo conocemos, impregna el episodio. Un monolito –el futuro–, que, curiosamente, ocupa el espacio de los creadores. Mover un sillón para que quepa el ordenador revolucionario es una imagen muy poderosa. Desde el inicio se nos ha presentado a Don sentado, de espaldas, en un sofá. Le han quitado su despacho y, ahora, ese icónico sofá también se mueve. "¡Están intentando eliminarnos, pero no eliminarán este sofá!", dice un creativo exaltado. Don no puede seguir dándole la espalda a la evidencia, pero, nuevamente, tarda demasiado en reaccionar. Cuando le hablan de Tim Conway, "un tío que intenta suicidarse durante toda la serie" (refiriéndose a Turn On), Don exclama: "Probablemente para huir de su contrato". ¿Sería capaz Don de suicidarse? Su contrato es lo que le mantiene atado. El tipo que lleva el ordenador a la agencia reincide hablando de la muerte: el ordenador es algo divino, dice, "amenazante porque la existencia humana es finita". Hasta Cooper le insiste en que fundó la agencia con alguien que está muerto (aparte de animarle a que coja la puerta si se quiere ir).

Peggy, cambia de estilista
Don se comporta, come barritas y bebe Coca Cola. Pero Burger Chef es un puñal, cómo mira Don a Peggy cuando ésta les comunica que ella manda. Cómo arroja con ira contenida la máquina de escribir a la ventana. Y desaparece hasta el lunes. "¿Cómo fue el fin de semana?", le pregunta la secretaria. "Solitario". A Don sólo le falta decir SOCORRO! Intenta venderle una gran idea a Cooper, pero fracasa. Y, resignado y cabreado, para sufrir menos, bebe: mucho. Le habían prohibido hacerlo en la oficina. Y lo cumple: al inicio del episodio le rechaza un lingotazo a Sterling. Pero, luego se derrumba. Manga una botella de vodka Smirnoff del despacho de Sterling y a bebérsela a morro. No puede llorar en el hombro de nadie, así que deja de marcar la línea de lo que bebe en la botella y se la enchufa en vena. Pensé que nunca vería a Don borracho, que su hígado era anti-kriptonita, pero, todo y todos tenemos un límite. Don se lo salta, como salta ese sofá en medio del pasillo. Que sea un ex borracho el que le ayuda a recomponerse dice mucho. El icono se ha esfumado. Don es débil y así lo muestra, tambaleándose y encabronado con el 'creador' del ordenador.  Después del colocón, de la resaca, de la náusea, Don despierta. ¿Dejará la bebida? Y se pone manos a la obra. Escribe para Peggy en esa máquina de escribir que había tirado. Ella está orgullosa, aunque no se atreve a rebozárselo por la cara (Peggy aún no ha conseguido la aprobación de Don que, seguramente, sea lo que más ansía). Su nuevo jefe, un listo cargante, le paga más, sí, y le da la autoridad que ella lleva buscando todos estos años. Pero sin el consentimiento de los demás socios. No sé qué pasará con todo esto, si Peggy se enterará que fue Ted (al que tanto ama, al que tanto odia) el que la quería en la cuenta, a pesar de Peter. Y que fue Sterling el que quiso poner a Don, recuperarle de vuelta. Peggy no se encuentra a gusto en su papel de jefa de Don (le evita al cruzársele en el pasillo, no le mira). Es un grano en el culo. La frase que más me ha intrigado es la de Peter, cuando comenta: "Ya verás cuando se entere Bob Benson". Me parto. Que salga de The Crazy Ones y vuelva.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por el resumen de este capitulo, en el que como casi siempre parece que no está pasando nada y pasa de todo. Lo que comentas de Pete y su referencia a Bob Benson no deja de mostrar lo patético que sigue siendo Pete, que en el primer capitulo parecía que empezaba a ser feliz pero no es muy creible que asi sea. En cuanto a Don, poco más que añadir, le está costando adaptarse al mobbing que le están haciendo en la empresa y si no fuera por los consejos de Fredy no sé si hubiera aceptado trabajar a los órdenes de Peggy. Y Roger, me han encantado la trama que le han dado este capitulo con esa hija que siempre estará resentida con sus padres y que sin embargo vuelve a repetir lo mismo que ella ha pasado con su hijo. En fin, podría seguir escribiendo indefinidamente de este capitulo en el que pasan tantas cosas aunque siempre parezca lo contrario.

Mariló García dijo...

es que Sterling y su hija sería otro punto y aparte, otro post. Sterling va de moderno, pero es todo fachada.