24.3.13

The Americans, The Following, Cult, Homeland, Dexter, Weeds y Breaking Bad: el enemigo está en casa, mi primer artículo en TVManía (La Vanguardia)


Este fin de semana publico por primera vez en el suplemento de televisión del periódico La Vanguardia, TV Manía, sobre un tema que me parece muy recurrente últimamente en las series: el enemigo en casa. Ahora que Fox ha anunciado el estreno en España The Americans, hay que recordar otras series con vecinos sospechosos como Homeland, The Following, Cult, Dexter, Weeds y Breaking Bad, por mencionar las más actuales o las que rompieron esquemas.

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Cuando los norteamericanos se ponen patrióticos (o antipatrióticos, depende cómo se mire) paren joyas como The Americans, el thriller político que estrenará Fox en España  y que ha venido a afianzar mi fe en el género “espionaje televisivo” (veáse la magnífica Rubicón). En una escena de esta serie ambientada en 1981 en plena era Reagan, el matrimonio protagonista –Keri Russell (Felicity) y Matthew Rhys (el abogado gay de Cinco hermanos)–, prepara la cena en la cocina, mientras comparte su rutinario día en la agencia de viajes en la que ambos trabajan. Sin embargo, y durante unos segundos, accionan el extractor para que sus hijos, ajenos a todo, no les puedan escuchar. Phillip y Elizabeth, en realidad, son espías rusos del KGB infiltrados en EE UU, viviendo en un chalecito de una zona residencial de Washington. A él le vemos bailar con unas botas de cowboy en un centro comercial o recitar con la mano en el pecho el himno americano. Pero, en realidad, matan, extorsionan y son capaces de acostarse con el enemigo con tal de sonsacarle información. "Los electores norteamericanos han elegido a un loco como su presidente", dice uno de sus jefes. Una excusa de los guionistas para intentar comprender (y perdonar) a los que realmente son los protagonistas de The Americans: los rusos. En la sombra, un vecino recién mudado a la urbanización, que, por pura coincidencia, resulta ser uno de los agentes del FBI encargado de descubrir a estos agentes durmientes. El enemigo está en casa, pero él no lo sabe.

Homeland, el sargento terrorista

The Americans viene a confirmar el éxito de series en las que los protagonistas llevan una doble vida. Si entre chupito y chupito de vodka, los comunistas convivían en aquella EE UU inocente y algo rebelde, en Homeland, entre pastilla y pastilla (las que toma Carrie), lo hacen los terroristas, pero en una EE UU desgastada tras el 11S. Más escéptica que el vecino ochentero de The Americans, que no desconfía de sus vecinos modélicos, Carrie Mathison (Claire Danes), se impone como objetivo descubrir la verdad. Homeland arranca de la duda: ¿y si el sargento desaparecido durante años, Nicholas Brody, secuestrado por Al Qaeda, fuera en realidad un terrorista? Basándose en la israelí Hatufim, los creadores Alex Gansa y Howard Gordon (artífices también de la hiperactiva 24) se inventaron a la bipolar Carrie, una especie de antihéroe, de reverso del siempre eficaz Jack Bauer. Una mujer de la que sus superiores recelan. Porque no hay nada peor que imaginarse a uno de los nuestros en el bando contrario.

Dexter, el asesino forense

De esto sabe mucho Michael Cuesta, productor de Homeland y también de la primera serie que nos hizo dudar de nosotros mismos: Dexter. En el departamento de policía de Miami pulula por sus pasillos un forense que por la noche se transforma en un serial killer justiciero. La voz de Michael C. Hall intenta convencernos en cada episodio de que él no es el enemigo sino la salvación. “Mi mundo será un lugar mejor”, se dice y nos dice, en una especie de revelación divina. En todos estos años, Dexter se ha movido por instinto animal, camuflándose con su característica camiseta ceñida. Nadie ha sospechado nada y quien lo ha hecho no ha logrado sobrevivir. Dexter parece invencible. A pesar de la polémica inicial, todos entendimos su modus operandi, hasta que mató por error, cargándose a un inocente. Entonces ya no nos hizo tanta gracia este Robin Hood que nos podía robar y le tuvimos miedo.

The Following, el profesor sádico

Con Dexter creímos haberlo visto todo. Un asesino solitario, con una fe ciega en sí mismo y un ideal: acabar con la escoria humana. Marcos Siega, que dirigió varios episodios, ha aprovechado su experiencia para atreverse con The Following, el thriller que emite AXN creado por Kevin Williamson, y que bebe tanto de su saga juvenil Scream. El asesino ya no es el que mata en esta vuelta de tuerca al género, el asesino es el que manda matar. En el centro de detenciones del FBI en Virginia, Ryan Hardy (Kevin Bacon) se reencuentra con Joe Carroll (James Purefoy), un atractivo profesor que, en realidad es un sádico que mata por placer. Eso, antes de ser encerrado. Ahora, desde su celda, alienta a través de las redes sociales a sus imitadores. Hardy tendrá que descubrir cómo frenar a un tipo que se motiva con Alan Poe y que es irresistible también intelectualmente, lo que es peor. Este mediático mesías se presenta en un monólogo estremecedor cuando dice que sus seguidores "son mis amigos”. Amigos como el policía que te para en el andén, la niñera que cuida de tus hijos o esa pareja de gays tan simpática que tienes por vecinos. El terror llama a tu puerta y tú le abrirás sin saberlo.

Cult, tele dentro de la tele

De parecida factura a The Following es Cult, que aún no se emite en España. Robert Knepper, el famoso manco de Prison Break, vuelve a la tele hablando a la cámara, hipnotizándonos, convertido en el creador de una secta en la ficción. El problema es que en la realidad también existe. Tele dentro de la tele. “Tú puedes ser el siguiente”, le repite sin cesar a un periodista bloguero empecinado en tirar del hilo. Un mensaje codificado en la serie, el tipo de misterio que adoran los fans. Como si Cult fuera Perdidos en versión snuff movie. Y lo mismo que en The Following, en la realidad, fuera del televisor, los seguidores del culto, que matan, lucen un tatuaje, y son la camarera, el policía y si te descuidas hasta tu propia familia.


La viuda y el enfermo, traficantes

Pero no siempre este enemigo que habita pared con pared tiene por qué ser un monstruo. Bueno, siempre lo es, para qué engañarnos, pero hay algunos a los que parece que les perdonamos todo. Éste podría ser el caso de la viuda Nancy Botwins, que trafica con marihuana en la tranquila Agrestic mientras se permite el lujo de sermonear a las madres del colegio (ella, la presidenta del comité niños sanos). Weeds, creada por Jenji Kohan, elevaba un peldaño a la mujer desesperada de Marc Cherry. También lo consiguió el profesor de química más loser de todos los tiempis, hasta que se convirtió en Heisenberg. El protagonista de Breaking Bad, enfermo de cáncer, empezó a amasar dinero para ayudar a su familia y terminó por convertirse en un enfermo, pero de codicia. Tanto Weeds como Breaking Bad compartían a un agente de la DEA dispuesto a descubrir el pastel, siempre cercano: allí, un novio; aquí, el cuñado.

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