Desde la veterana Babs Simpson que al ver a Lady Gaga no sabe si es un hombre o una mujer y que retrató a Marilyn Monroe un mes antes de morir, hasta la pelirroja Grace Coddington, mano derecha de Anna Wintour y la editora de moda más reverenciada hoy por hoy. Suya fue la idea de presentar a los diseñadores (auténticas estrellas de la moda) como Marc Jacobs y Nicolas Ghesquière, como si fueran personajes de Alicia en el País de las Maravillas, con Natalia Vodianova. También cuenta con la participación de Tonne Goodman (el toque más americano), Phyllis Posnick (fotos de naturalezas muertas y motivos más en eld etalle), Jade Hobson (y su pelea con Liz Taylor para hacerle una foto desenfadada), Carlyne Cerf (una francesa excesiva que conjugó la alta costura con prendas baratas), Polly Mellen (que realizó en Japón el viaje más caro de la historia de la revista cuando la dirigía la estrafalaria Vreelan y cuya primera ayudante en 1971 fue Vera Wang, futura diseñadora) y Camilla Nickerson (que le da un toque crítico a sus editoriales, no sólo moda, también mensaje).
Además de las editoras de moda, editoras jefe, los diseñadores, aparecen también modelos como Patti Hansen (pareja de Keith Richards) y Linda Evangelista. Las únicas actrices que dan la cara en este programa de una hora son Nicole Kidman y Sarah Jessica Parker con ese estupendo reportaje fotográfico en un desangelado hotel Plaza.
También asistimos a un hecho histórico: cuando reúnen a todas estas mujeres que desde 1947 han ido transformando la revista, en una foto de Annie Leibovitz que se publicó en diciembre de 2012 en el editorial firmado por Wintour. Me resultó muy interesante ver la evolución de Vogue por décadas, dependiendo del toque y estética personal que cada editora de moda le daba a la revista dependiendo además de los cambios sociales que se iban dando.
Los mejores momentos del documental: la primera portada de Vogue en color fue en 1952. Nastassja Kinski fotografiada con una serpiente por Dick Avedon (1981). El "estilo sirvienta" en la portada de noviembre de 1988, con una modelo con camiseta de Lacroix y vaqueros Guess. El fenómeno de las supermodelos, con una foto que se quedó en un cajón hasta que llegó Anna Wintour y la publicó. Lo importante no es lo que llevaban puesto sino quiénes eran. La crítica en los editoriales, como a la altura de los tacones, con fotos de Helmut Newton. La censura en algún editorial como uno dedicado a la cirugía con muñecas que parecían modelos (borraron al hombre que inyectaba lo que parecía una inyección letal). Cómo Lady Gaga pidió añadir un guiño a Anna Wintour en la foto de su portada, de ahí el pelo casquete.
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