Crítica. Larry Crowne: Bryan Cranston bloguero adicto al porno

Forrest gump ‘dixit’. “Tonto es el que hace tonterías”. “Yo no soy muy listo, pero sé lo que es el amor”. “La vida es una caja de bombones…”, ya saben. Para su segundo largo como director (tras aquel, ahora lejano, The Wonders, de 1996), Tom Hanks vuelve a calzarse el personaje buenazo y afable, que cae bien a todo el mundo y que, sin apenas esfuerzo, como por gracia divina o del karma, consigue todo lo que se propone. Pero a Forrest (¡corre, Forrest!) se lo disculpábamos todo, porque el pobrecito mío, aunque su madre dijera lo contrario, era tontico del tó. Por eso, lo más chocante de Larry Crowne –nombre del protagonista, un parado que decide dar clases y empezar de cero–, es ver a este actor de 55 años fascinado con la juventud, las scouters, los pantalones pitillo y el feng shui. Uno no sabe si dudar de su encanto o aplaudir semejante descaro. Pero lo que sí logra en el espectador es una especie de sonrisa tonta, de serena incredulidad. Una se pregunta si las buenas intenciones bastan para perdonar alguno de esos momentos imperdonables, tan ingenuos. No ayuda la inclusión de una oxigenada empleada de banco interpretada por su mujer, Rita Wilson. O ese desaprovechado Ian Gomez (Cougar Town), marido de la guionista, Nia Vardalos (Mi gran boda griega). Todo parece quedar en familia, si no fuera por esa extraña pareja formada por Bryan Cranston –¡un bloguero adicto al porno!– y Julia Roberts, la profesora borrachina más fiel a sus vestidos que a su vocación. Larry Crowne hace tonterías, sabe lo que es el amor y su vida, pues sí, es tan irreal como la de Forrest Gump.

+Al loro el cameo de George Takei. Link.