20 minutos de Tron: Legacy, cátering futurista y la chupa regalo motera

Tron es una de esas pelis con las que me entra la nostalgia. La ví en el cine en su estreno sin mucha gana (era un mico) y me quedé flipada. Ayer volví a ver la versión original, y para 1982 esa peli era ya una pasada. Me enamoré de Bruce Boxleitner (me gustan los tímidos, qué quieres) y me llamó la atención aquel Jeff Bridges chuleta, que se ha ido convirtiendo con el paso de los años (y de grandísimas interpretaciones) en mi actor vivo favorito. Me encanta. Cuando escribí sobre él en los últimos Oscar, toqué el cielo. Sólo me queda conocerle, sería lo más. A Bruce Boxleitner le perdí la pista. Se casó con la de la Casa de la Pradera y nunca más se supo (yo también le veía con mi prima cuando protagonizó la serie La conquista del Oeste, que ando buscando en dvd desde siempre, aunque no existe, hay hasta peticiones en Amazon en las que estoy apuntada).

El jueves me invitaron al pase de Kineápolis de los 20 minutos de Tron: Legacy, la secuela que se estrena en diciembre, y que viene rodeada por el lanzamiento del videojuego, moda inspirada en el personaje de Olivia Wilde, etc. etc. Como me avisaron tarde, preferí irme a varios saraos que tenía ya apalabrados, pero tuve la suerte de que el viernes hubo un pase para prensa en el cine Proyecciones y allí que me fuí. Si en el pase para fans regalaron una camiseta, en el de prensa nos dieron esta chupa que es una pasada. Sólo falta la moto. El problema son las letras, que también lleva en la espalda, pero la cazadora en sí es la repanocha. Luego nos invitaron a un cátering 'modo futurista jugón' con mojitos, sorbetes y canapés varios. Todo ello regado con un humo frío que le daba un aspecto
Los 20 minutos de Tron: Legacy en 3D, dirigida por el novato Joseph Kosinski, fueron unas siete escenas que resumen la película. No voy a spoilear nada. Sólo comentaré que los efectos digitales son una pasada, claro está; que la música de Daft Punk hacía retumbar la sala y que al protagonista, Garrett Hedlund (imdb), aunque salió en Troya y Eragon, no le pongo cara (y tal vez por eso, me guste más que si hubieran pillado a un guaperas famoso). Me dijeron las chicas de Disney que la copia de Kineápolis se vio peor, más oscura, tal vez por la pantalla, aunque no me lo pudieron confirmar.
Lo que más me chirrió fue ver a Michael Sheen en plan psicodélico con los Daft Punk en la cabina. Pero fue lo de menos. En la primera escena (que vimos en 2D) cuando ví que aparecía Bruce Boxleitner casi me da algo. Se me humedecieron los ojos. Fue un subidón extraño. Han pasado casi 20 años, el tipo ha envejecido, pero conserva esa elegancia innata, no sé, ese punto de tío encantador y buenrollista. En la peli aparece muy brevemente para decirle al prota que alguien (¿tal vez su padre (Jeff Bridges) que sigue vivo?) le ha mandado un mensaje a su busca (jeje), desde los antiguos recreativos Flynn.
Las siguientes escenas ya nos cuentan cómo el chaval repetirá su llegada al interior del videojuego que ya protagonizara su padre. En la segunda escena escuchamos el Sweet Dreams de Eurythmics, pero una vez que pasamos esta secuencia añeja (fijaos, hasta en la calle ha sobrevivido la valla publicitaria de uno de los videojuegos que creó Flynn padre) ya nos metemos de lleno en Tron, el videojuego. Y así vamos viendo cómo el chaval tiene que participar en los juegos con su disco sin tener ni repajolera; cómo le visten unas buenorras robóticas con unos trajes que ya quisieran los de los 80; cómo le acompaña la misteriosa y guapa Olivia Wilde (Quorra) en un cochazo (esta escena ya está colgada); y en definitiva cómo llega a conocer a Jeff Bridges (era obvio) que anda un poco perdidito con el karma y la postura del loto (pero, qué como llena la pantalla, dios!). Tengo ganas de verla, pero recomendación absoluta y primordial: primero, Tron, la de 1982, sin falta.

Sube el volumen!