6.1.10

Piloto. Sons of Tucson: los hermanos de Malcolm y un gordo perdedor

El gordo de Reaper, papá de tres cabrones

Anoche vi el piloto de Sons of Tucson (se ha filtrado porque la serie de FOX aún no se ha estrenado), una comedia sobre un perdedor gordo (Tyler Labine, visto en Reaper) y tres chavales, hermanos, que lo contratan para que se haga pasar por su padre (el verdadero está en la cárcel y la mamá, desaparecida). Una idea de lo más absurda, pero que visto lo visto da bastante juego. Los nenes (el pequeño es un loquito; el mediano, el que manda, y el mayor, tontolhaba) viven a cuerpo de rey en el chalé del papá y el gordo perezoso, un currito de una tienda que pasa de todo, en su coche destartalado, con un furibundo cobrador armado con un bate de beisbol que pretende saldar sus cuentas (Jake Busey que siempre hace de chungo). Así que le viene que ni al pelo. Los niños le pagan y él sufre varias experiencias surrealistas. En el colegio de los chavales, una de las profesoras, hispana, como que a lo tonto tendrá buen rollo con esta familia ficticia.

Los directores de la considerada una de las 10 nuevas sensaciones de la temporada son Todd Holland (ganador de varios Emmy y director de Malcolm) y Peter Lauer que ha dirigido episodios de Reaper, Chuck, Scrubs, Samantha, ¿qué?, Malcolm, Arrested Development... y unas cuantas más. Vamos, que entiende. La guionista, Kristi Korzec, lo ha sido de Todo el mundo odia a Chris. Y el productor, Justin Berfield, popularmente conocido por ser Reese, el hermano loquito de Malcolm.

Sons of Tucson se parece a muchas otras series. El gordo loser protagonista es un clásico. Que los hermanos unan fuerzas y mangoneen tanto a los adultos me recordó a Malcolm. La amiga guapa hispana y el rollo de América profunda que vemos, a Me llamo Earl. Pero tiene gracia, es inesperada, el personaje de la abuela del gordo es total, dura 20 minutos de humor sin dar tregua, más que de chistes por las situaciones embarazosas y absurdas que viven los protagonistas. No hay quien se la crea, pero en eso radica su ironía, que te olvidas rápidamente de la ficción y te pones en la piel de este padre primerizo a cargo de tres pedazos de hijos de puta. Y te preguntas: ¿cuánto estarías dispuesto a aguantar por dinero?

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