No Country For Old Men, o como se va a llamar aquí, No es país para viejos, retrata la violencia, ni más ni menos, con tres personajes (si no contamos a Woody Harrelson), que son los tres vértices de la misma trama, y el eje sobre lo que gira todo es el robo de una bolsa con dinero. Un buscavidas que roba la bolsa (magnífico Josh Brolin, visto igual de magnífico en Planet Terror como médico frío y en American Gangster, como policía corrupto); un asesino tan frío como Dexter pero con el cuerpacho y el careto de bruto de Javier Bardem (candidato a los Globos de Oro, entre otros premios), que persigue al ladrón porque quiere el dinero, y un policía harto de serlo (excepcional Tommy Lee Jones, parecido a la embarazada de Fargo), que persigue al ladrón pero para intentar que el asesino no le mate.
Como en Fargo, pero en tierras desérticas, los hermanos Coen cambian la fría nevada por parajes sin un alma, y llevan a los personajes en completo silencio, entre huidas y persecuciones. El asesino es como un Terminator al que no se le ve venir, con un arsenal bajo el brazo (mata, entre otras cosas, con el tipico atizador con el que se sacrifica a las vacas, con el que aparece Bardem en la portada de Mean), comienza escapándose de la cárcel (esta escena es ya antológica, los ojos de Bardem acojonan), y confesando su gusto por matar, o al menos su no conciencia de arrepentimiento (igualito que Dexter, aunque este tipo mata para abrirse camino).
Una de las escenas que confirman que a este animal nadie le va a frenar es cuando el asesino es herido y se cose desnudo en el baño. Los Coen consiguen que le tengas miedo, como un monstruo que acecha a la vuelta de la esquina. No es país para viejos se estrena el 8 de febrero en España.
En La batalla de las películas de Paramount TV me tocó defender la película.
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